Querido pueblo de Roma:
Hoy ha ocurrido un hecho histórico en nuestra vida. Tras la dejadez y abandono del Senado, el cautiverio del cónsulo Valerio Agricola y la corrupción que campa a sus anchas, me he visto obligado a romper las normas y la ley para llevar a cabo ese profundo cambio que vosotros, conciudadanos, me pedisteis tan desesperadamente.
Con vuestra soberanía y con el apoyo de las legiones, me he autoproclamado DICTADOR DE ROMA por un período de 6 meses más el tiempo necesario para las reformas. Este acto, posiblemente, será acusado de traición por parte de los ultraconservadores senadores. Sí, los mismos senadores que han dejado de gobernar, para desplazarse a sus extensísimas y lujosas villas, rodeados de placer y de toda clase de lujos. Mientras, aquí en Roma y en todas las ciudades dependientes a este, la pobreza, la corrupción, la sangre, el insulto y blasfemia a los dioses, y paralización de la economía y demás, han traído una etapa oscura de la que yo personlamente, ¡borraré de la historia de esta República!
La anarquía campa por doquier y nos destroza internamente. Nuestros enemigos esperan la total decadencia para someternos. ¡Y yo no estoy dipuesto a tolerarlo! Igual que vosotros. Por eso, las críticas y las acusaciones futuas que puedan caer sobre mi persona, deben ser derogadas por vosotros.
El pueblo de Roma presente en el Foro: ¡Sí!¡Sí!
Ahora conciudadanos, comencemos a contruir esta nueva era de cambios importantes. Por vosotros, ciudadanos. ¡Por ROMA!
El pueblo de Roma alegrado y envalentonado: ¡Sí!¡Por roma!¡Fernando dictador, Fernando dictador!
Los ciudadanos en el foro se acercan y abrazan a Fernando, vitoreándolo y agredeciéndole el gesto a su pueblo.
